Sesgos al invertir (Parte I)

Elvira Opina Apr 24
4 min
Sesgos al invertir (Parte I)

A lo largo de los siglos, la Teoría Económica Neoclásica se ha encargado de estudiar el comportamiento de los individuos, suponiendo que estos actúan siempre de manera racional y maximizando sus intereses.

A lo largo de los siglos, la Teoría Económica Neoclásica se ha encargado de estudiar el comportamiento de los individuos, suponiendo que estos actúan siempre de manera racional y maximizando sus intereses.

No obstante, en los últimos años, ha empezado a coger fuerza una visión menos confiada en la racionalidad del ser humano: la Economía Conductual. Esta no parte de la premisa de que los seres humanos actúan de forma racional en todo momento, ya que, estos sufren de los llamados sesgos cognitivos, que no son otra cosa que limitaciones que tienen los individuos para tomar la mejor decisión en función de sus intereses.

En suma, esa racionalidad total no es tal y, por tanto, los individuos se ven sesgados en sus comportamientos. Como no podía ser de otra forma, aquí lo vamos a aplicar al ámbito de las inversiones, pero prueba a relacionar cada uno de los sesgos que describimos en cualquier otro ámbito de la vida. Seguro que ves alguna de las decisiones que has tomado como posiblemente influenciadas.

No pretendo aburrirte aquí con referencias a los estudios en los que me baso para elaborar esta lista, ya que quiero que te centres en los ejemplos y en la aplicación práctica que yo he visto cómo ha pasado factura en las inversiones (a mí y a mis clientes). No obstante, todo está extraído de las lecturas de Daniel Kahneman, Amos Tversky y Mario Rizzo entre otros.

En este primer artículo sobre los sesgos cognitivos vamos a analizar tres de los principales que sufrimos a la hora de invertir (aunque tengan nombres raros, la clave se encuentra en el ejemplo):

  • Sesgo del descuento hiperbólico: tendencia a preferir una ganancia inmediata (aunque sea más pequeña) sobre una ganancia a futuro (aunque esta fuese mayor). Nos atrae más una ganancia pequeña inmediata que una ganancia mayor en un futuro, ¿por qué?
    No se debe a otra cosa más que la inmediatez de las ganancias tiene una gran atracción.
    Ejemplo: Si te dan a elegir entre un cheque de supermercado de 100€ hoy o uno de 150€ si te esperas un mes, ¿qué elegirías?
  • Aversión a la pérdida: el miedo a perder algo pesa más que la posibilidad de poder ganar ese algo. Según Daniel Kahneman y Amos Tversky (1979):
    “El dolor de perder algo es dos veces superior que la satisfacción de ganarlo”.
    Ejemplo: En un experimento, a la mitad de una clase se les reparte una taza de desayuno y a la otra mitad no. Cuando se pide a los que no la tienen poner precio para comprarla, y a los que la tienen para venderla, los dueños siempre ponen un precio mayor.
    ¿En tus inversiones sueles colocar límites de pérdida? ¿Cuál es el riesgo que asumes porque te sientes cómodo en él?
  • Exceso de confianza: tendemos a sobreestimar nuestro conocimiento o experiencia, sin distinguir lo que sabemos realmente de lo que creemos saber.
    Ejemplo: ¿Cuántas veces has pensado “esta empresa va a subir, porque sí, porque lo sé”? ¿O te has sentido como Warren Buffet tras acertar una operación?
    El problema es que no solemos anticiparlo ni verlo.

En resumen, el cerebro humano tiene muchas limitaciones y sesgos que le impiden tomar la mejor decisión en materia de inversiones (ni en otros campos). No pretendemos desanimar, pero aquí solo hemos visto tres; iremos analizando más anomalías y cómo reducirlas en futuros artículos.

Lo importante es conocerlas y no subestimarlas; solo así seremos un poco más conscientes para evitarlas.

Hay que conocer bien al enemigo, sobre todo cuando lo tenemos en casa.

Publicado en: Bolsa, Economía

Autores

Elvira Garcia - Equipo EPA

Elvira Garcia

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